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sábado, 9 de febrero de 2019

La celebración en el Tenis de Mesa

   Cada deporte utiliza un protocolo particular para la celebración de un resultado deseado, en el caso del tenis de mesa, la obtención de un punto, dependiendo del jugador, se festeja desde con un gesto casi desapercibido hasta con los aspavientos y gritos más excéntricos.
   Desde el preámbulo de que el tenis de mesa es un deporte que requiere una gran concentración que se asocia con el silencio requerido para su práctica en competición, ¿qué influencia tienen las celebraciones excesivas en el juego, tanto por su intensidad como por su desmesurada duración o destiempo?, ¿debe existir un límite para tan algunas exageradas demostraciones?, ¿es lícito o deportivo celebrarlo todo: los puntos que dan en la red, las bolas que rozan los picos de la mesa, los errores no forzados del contrario... ?, ¿la celebración es un medio de automotivación y el modo de mantener la concentración o una forma de amedrentar, desanimar o minar la confianza del contrario?. Las opiniones divergen.
   Es evidente que, en menor o mayor grado, cuando dicha celebración es desorbitada la concentración de muchos jugadores es afectada negativamente por dichos comportamientos, lo cual, a la postre, origina una disminución de la confianza y la motivación.
   Creo que es razonable pensar que debe de haber libertad para festejar los puntos de manera instintiva como mecanismo de autoconcentración, pero existen conductas fuera de lugar por desmesuradas o sin motivo fundado que deben evitarse por afectar antideportivamente a nuestra disciplina ("mi libertad termina donde comienza la tuya").
   Respecto a la finalidad de la celebración: ¿automotivación o desalentar al contrario?,  cabe decir que es muy difícil, salvo en supuestos concretos, detectar si se persigue uno u otro fin, porque la disyuntiva, en bastantes ocasiones, no es tal sino una conjunción de ambos propósitos.
   Desde luego, se debería poner freno y e intentar corregir ciertas conductas que siendo aparatosas son reiteradas y, a veces a destiempo, sin entrar en la naturaleza del punto que se celebra (red, pico o acierto del palista o fallo del contrario). Aunque esto último también es objeto de controversia.
   Para poner un ejemplo práctico contaré una anécdota que me ocurrió hace un tiempo. Una tarde que jugábamos un partido contra otro club, un nuevo socio del nuestro fue a ver el encuentro y se sentó a mi lado. Al rato me miró muy serio y me preguntó: "ese muchacho es mudo, ¿no? . A mi me dió risa porque intuía porque lo había dicho y sabía que había visto pocos partidos y le contesté que no. Lo cierto es que su pregunta, casi retórica, era fundada: el jugador del equipo contrario celebraba todo, lo que puede ser discutible por algunos y otros no, pero lo más inquietante era que solo gritaba, de manera escandalosa y en bucle, monosílabos, incesantemente y por sistema, después de cualquier punto anotado a su favor: cho!, va!, si!, ah! ... No obstante, lo más sorprendente (y considero antideportivo) es que cuando parecía que ya había terminado y se acercaba a la mesa para sacar, reanudaba su ritual de celebración hasta un segundo antes de efectuar su servicio, lo que puede desconcertar al adversario. Esto no era la primera vez que lo veía.
   La controversia de las celebraciones siempre existirá, como en otros deportes, habrá opiniones de todas las clases, las normativas intentarán reglar dicho asunto pero la verdad es que los jugadores seremos los únicos que podremos corregir esas conductas y establecer unos límites sensatos en lo aceptable o no deportivamente. ¿Qué pensais?.

por J. Civantos